La Laguna (España), 22 sep (EFE).- Tiene la mirada agotada, apenas levanta cabeza, es más que evidente que está preocupado; mira de cuando en cuando a la lava que avanza lentamente sobre La Laguna y Todoque, en la isla española de La Palma, y aún le cuesta asumir lo inevitable: "Si la colada se mueve un poco más, mi finca se la lleva".
Vicente Amado es un agricultor que siempre se ha dedicado al plátano. Desde esta mañana, es imposible acceder a sus tierras, según le acaba de comunicar una patrulla de la Guardia Civil, hay un muro de lava de diez metros que ha tapado la carretera.
"La colada está a unos metros, con suerte salvo algo, pero los plátanos... Mi trabajo de toda una vida ya lo doy por perdido, se lamenta. "No puedo llegar, ya no hay forma".
Por la parte sur, la lava sigue bajando y, aunque la colada no toque su finca, pasarán meses antes de recuperar el agua que salve su cultivo. El material incandescente derriba todo a su paso.
"Ya no estamos preocupados, eso era ayer, hoy ya estamos desolados", confiesa Amado.
La misma pena siente Víctor Cabrera, que suplica a los agentes poder pasar hasta su casa, a unos 500 metros de la iglesia de la localidad.
Parece que podría salvarse, especula, pero la realidad que observa a su alrededor se le viene encima: "Eso es hasta ahora, no sabemos si en unas horas estará sepultada. Estamos rezando".
Quiere ir a recoger sus recuerdos. La ropa y lo material no le importa. Pero no será posible. "Angustia", así define su situación.
Mientras, el jefe del Consorcio de Emergencias de Gran Canaria, Emilio Duch, tiene a diecisiete efectivos de su unidad y a ocho compañeros de la isla canaria de Tenerife que están "desfondados" y "dándolo todo para salvar lo posible".
Están realizando movimiento de materiales en el pueblo de Todoque, modificando algunas calles, derruyendo y construyendo. "Si no hacemos nada, la lava se lo lleva todo", así que "vamos a hacer todo para salvar las casas", explica.
La probabilidad de éxito es baja, reconoce, "pero hemos salvado algunas".
La velocidad de la colada "parece que da tregua para acciones puntuales", pero "encauzar el magma es imposible", admite.
Así que define lo que sus compañeros hacen desde anoche en Todoque como acciones "defensivas", maniobras que, aunque sean improbables, han dado sus frutos.
Se estudia el terreno y van modificando con una excavadora lo que pueden. El objetivo de estos hombres es que "no afecte a las viviendas"; también, si pueden, "salvar la iglesia y la escuela".
"Ojalá se pudiera salvar todo", pero "la carga térmica es enorme", asegura Duch.
Los bomberos van de la mano del Instituto Volcanológico de Canarias, cuyos científicos son sus ojos sobre el terreno. "Algunas acciones han salido bien y otras mal, pero con salvar solo una ya estamos satisfechos", apunta.
En los próximos días les llegan más refuerzos de otras zonas de Canarias. Seguirán sin descanso. "Si no se hace nada, se pierden seguro".
De momento, van adaptándose y evaluando las acciones posibles. Y usan material de fortuna, como lo define: las excavadoras y tractores que están en la zona.
Por Laura Bautista