Madrid, 6 oct (EFE).- Monja, santa, escritora, compositora, visionaria, sexóloga, naturista, médica...Todo eso fue Hildegarda de Bingen, la mujer más extraordinaria del siglo XII, un referente para el feminismo y cuya vida ha sido novelada por Anne Lise-Marstrand Jorgensen en un libro que es todo un éxito en Europa.
Hildegarda nació en Bermersheim (Alemania) en 1098 y murió con 81 años -algo muy extraño en La Edad Media- en 1179, y entre las curiosidades que la rodean cabe pensar que fuera la primera sexóloga de la historia al haber puesto por escrito la existencia del orgasmo femenino en su libro "Causa et Curae".
"La sibila del Rin", como la llamaban, virgen y monja, describió el orgasmo femenino y les dijo a los hombres "que las mujeres necesitan placer para que la vida íntima fuera positiva, no solo a nivel físico, sino también espiritual", como recuerda en una entrevista con Efe la autora de "Hildegarda", la escritora alemana Anne Lise-Marstrand Jorgensen, que acaba de publicar el libro en español (Lumen).
"Esos escritos fueron una grandísima aportación en ese momento histórico, que fue tan duro para todos, en especial para las mujeres, pero no se la puede considerar una feminista", precisa.
"Era muy conservadora -continúa- y una gran aliada de la iglesia, lo que ocurre es que hoy sí sería feminista. Yo necesito a Hildegarda. Necesitamos saber que ha habido mujeres en tiempos medievales que tuvieron una vida como la de ella, que hizo tantas cosas y que hoy son referentes. Es reconfortante saber que había mujeres así en esa época".
La escritora alemana recupera la figura de esta santa, que fue nombrada Doctora de la Iglesia en 2012 por el papa Benedicto XVI, pero lo hace desde una ficción histórica en la que recupera la parte más familiar y humana de Hildegarda, desde que esta niña frágil nace en el seno de una familia noble con ocho hermanos, hasta que muere.
La autora habla de sus padres, que la entregan a los diez años a la iglesia porque saben que esta niña, que nació enferma y sobrevivió de forma inesperada, no es como las demás, les da miedo y quieren protegerla del mundo.
La cría le cuenta desde pequeñita a la madre que tiene visiones, y ésta se da cuenta de que predice acontecimientos y que se pasa las tardes contemplando la naturaleza y hablando de la luz.
Y esa niña, de gran madurez, acepta su destino como camino hacia esa luz que busca y entra en el convento de Disibonderberg, un monasterio masculino, donde se convierte en la asistenta de Jutta von Sponheim, una aspirante a monja de la nobleza local.
"No he querido construir una biografía al uso. He querido meterme en ella, ponerme detrás de sus ojos y ver qué pasaba por su mente. Me llamó la atención que una niña que tiene un mundo de palabras, una visión amplia del mundo, no pudiera compartir sus experiencias con otros, que se las reprimieran y que le impusieran el silencio. Tiene que ser muy doloroso, y eso es lo que le pasó", argumenta.
Para la autora, la aportación mayor de Hildegarda, más allá, entre otras cosas, de sus escritos musicales -el cineasta David Lynch y la compositora Jocelyn Montgomery grabaron en 2009 "Lux Vivens", un disco que recogía sus composiciones- es su visión integral del cuerpo.
"En la Edad Media cuesta creer que una mujer hablara de la integración del cuerpo, la mente y el alma. Toda esa filosofía de integración y el equilibrio entre la vida personal, profesional e incluso espiritual, y esa mirada hacia dentro, desde la que mirar el mundo, es para mí lo más importante, además de su música y sus visiones", concluye Marstrand-Jorgensen.
Algunos historiadores comparan con San Agustín y con Leonardo da Vince a la santa, que tuvo gran influencia entre reyes y papas y que también incluyó el lúpulo en la cerveza para darle un sabor más amargo y evitar que fuera dañina. Pero esa comparación no le hace falta, su vida y su obra son tan ricas que se defiende sola, como se puede leer en esta intensa biografía histórica.
Carmen Sigüenza