Kiev, 30 sep (EFE).- "Fue un milagro que mi padre, Vladímir, sobreviviera la matanza de Babi Yar hace 80 años, cuando los nazis asesinaron a más de 33.000 judíos en un barranco ubicado en las afueras de Kiev, señaló a Efe Polina Dudchenko.
La médica de 48 años es una de miles de residentes de Kiev cuyos familiares murieron en el exterminio nazi en Babi Yar. Su abuelo, Noah Lifshitz, y el hermano de éste, Moisés, así como la madre de ambos, Sofía, fueron asesinados por el Ejército de Hitler.
En dos días, del 29 al 30 de septiembre de 1941 más de 33.000 judíos fueron ejecutados de forma indiscriminada en el barranco por las Einsatzgruppen o escuadrones de la muerte de la Alemania nazi, en lo que se conoce como "Holocausto a balazos".
En el 80 aniversario de la masacre, Dudchenko visitó el monumento dedicado a Babi Yar en Kiev para honrar la memoria de sus familiares asesinados.
"Es parte de mí. Siempre lo he sentido en mis genes, incluso cuando nuestra familia tenía que ocultar su identidad judía", afirmó.
Dudchenko recuerda la historia de su familia, contada por su abuela, Olga Lifshitz. Ella y su esposo Noah eran arquitectos y tenían un hijo de 3 años, Vladímir, cuando Kiev cayó bajo la ocupación nazi en 1941.
"Los nazis les dijeron a todos los judíos que vinieran a Babi Yar con sus documentos y pertenencias. Se rumoreaba que los enviarían a trabajar a Alemania", dijo Dudchenko.
"Mi abuela comenzó a empacar, pero su esposo le dijo: quédate en casa con nuestro hijo; mi hermano y yo iremos a ver qué está pasando. Fueron a Babi Yar con su madre y nunca regresaron", relata.
"¿POR QUÉ NO ESTÁS TÚ EN BABI YAR?"
Después de que Olga se enteró de lo sucedido, salió inmediatamente de su apartamento y se escondió con su hijo Vladímir.
La masacre de judíos en Kiev continuó en los días y semanas siguientes, aunque en menor escala.
Dudchenko recuerda que su abuela le dijo que en los días posteriores a la matanza, se encontró casualmente con un conocido en las calles de Kiev, que se sorprendió mucho al verla y exclamó: "¿Cómo es que todavía estás viva y no estás en Babi Yar?"
Entonces comprendió que debía ocultar a toda costa sus raíces judías.
En el caos de la guerra, Olga Lifshitz logró cambiar su apellido judío por el eslavo que tenía de soltera, Sudyina, e hizo lo mismo con su hijo Vladímir.
Dudchenko cree que esta decisión le salvó la vida a su padre.
Tanto él como su madre tuvieron que ocultar sus raíces judías incluso después de la liberación de Kiev de los nazis y el restablecimiento del régimen soviético. El antisemitismo estaba muy extendido en la URSS.
"Mi abuela siempre estaba escondiendo fotos de su esposo que fue masacrado en Babi Yar", recuerda Dudchenko.
"LOS NAZIS VENDRÁN Y MATARÁN"
El trauma de Babi Yar, según esta médica, atormentó a su familia a lo largo de generaciones.
Si bien su padre, Vladímir Sudyin, tenía solo tres años cuando ocurrió la masacre, el hecho de que su padre fuera asesinado en Babi Yar por los nazis le dejó un profundo impacto.
Cuando di a luz a mi hijo y mi padre se enteró de que quería llamarlo David, se vino corriendo al hospital y me suplicó que eligiera otro nombre, uno que no fuera judío.
"¡Si vienen los nazis, nos matarán!", dijo. Ella decidió mantener el nombre.
Dudchenko cree que el hecho de que su madre cambiara el apellido de su padre le ayudó no solo a sobrevivir a la ocupación nazi, sino a construir una vida y una carrera en la antisemita Unión Soviética.
Vladímir Sudyin se convirtió en un aclamado director de teatro y profesor en la Universidad de Teatro y Cine de Kiev, y recibió el premio estatal ucraniano por méritos artísticos en 1993.
"Él ocultó que era judío, nunca habló de eso", dice Dudchenko. Solo los miembros de la familia sabían que solía visitar Babi Yar dos veces al año, en el cumpleaños de su padre y en el aniversario de la masacre. Murió este verano a los 83 años.
Ahora, su familia está redescubriendo su identidad judía. Visitan a menudo a familiares que emigraron a Israel y ella se inspira en cómo se conserva allí la memoria de las víctimas del Holocausto.
"Necesitamos recordarlas, porque si no lo hacemos esas atrocidades pueden repetirse", advierte.
Olga Tokariuk