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Salud

Avances de acción contra el SIDA

por Marco Trujillo (marco.trujillo@lamegamedia.com)


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CINCINNATI, Ohio —En la década de los ochenta una enfermedad empezó a matar a gran parte de la población. Los doctores y el mundo entero no sabían de qué se trataba.

Muchos médicos preferían no atender pacientes por temor a infectarse.

Las principales víctimas eran homosexuales, personas que se inyectaban drogas y se prostituían. Muchos pensaron que significaba un “castigo divino” por su estilo de vida y estas poblaciones eran atacadas. 

Las personas morían solas sin amigos ni familia. “Tenían miedo”. 

Había aparecido el VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana) que causa el SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida).

Así es como el SIDA –a partir de esos años– ha cobrado la vida de más de 40 millones de individuos alrededor del mundo.  

Esfuerzos mundiales  

Desde 1988, el 1 de diciembre de cada año se conmemora el Día Internacional de la Acción Contra el SIDA, haciendo un recuento del progreso en la prevención y tratamiento del VIH/SIDA.

Nos unimos en solidaridad para apoyar a quienes viven con el virus, también para recordar a quienes han perdido la batalla, orar y esperar que un día se pueda lograr un mundo libre de VIH.

A pesar de los esfuerzos, son muchos los estigmas que aún rodean esta enfermedad.

La desinformación, el temor y la discriminación siguen siendo grandes barreras.

Viviendo con la enfermedad  

José conversó con La Mega Nota.

Él no sabe exactamente cuándo se infectó pero le detectaron el virus en el 2013. Recuerda que empezó a perder mucho peso.

Entrando y saliendo de la sala de emergencias por sufrir de enfermedades respiratorias, un día una diarrea incontrolable lo llevó a quedar internado. 

“Casi me moría”, nos dice. “El doctor me sugirió hacerme una prueba de VIH. Nunca olvidaré ese día, yo ya tenía SIDA”.

El médico le explicó que milagrosamente aún estaba con vida porque el nivel de glóbulos blancos era muy bajo y prácticamente carecía de defensas. 

“Tenía miedo de decírselo a mi familia, pero no tuve opción porque estaba tan débil que necesitaba ayuda. En ese entonces todos me dieron la espalda, excepto mi abuelita que aunque ya era muy mayor no tenía miedo de darme de comer en la boca o usar el mismo escusado. Mi madre me daba de comer en trastes desechables y lavaba mi ropa con cloro”, describe José.  

Tristemente todas las personas a su alrededor se alejaron. Lo despreciaban.

“Los demás simplemente se alejaron… me tenían repulsión”. 

Los tiempos cambian 

Ahora gracias a las medicinas, José puede afirmar que es un sobreviviente de la enfermedad. 

“La religión, el machismo, y la homofobia no les permitía ver que soy un ser humano porque para ellos yo soy un pecador por ser gay y este es mi castigo”.

Cuando empezó esta epidemia no existía ningún medicamento para tratar la enfermedad.

Ahora cuentan con 45, y si bien es cierto que no hay una cura, también es cierto que el VIH ya no es una sentencia de muerte, siempre y cuando se tomen las medicinas necesarias.



 
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