El nuevo año empezó con una nueva amenaza contra la salud, el brote de coronavirus.
Originado en China, está evolucionando a una velocidad vertiginosa, pero también lo es la respuesta global.
En los últimos días, Rusia y Singapur han sellado sus fronteras con China, mientras, la Organización Mundial de la Salud declaró el brote como emergencia de salud pública a nivel global.
Por su lado, el gobierno de los Estados Unidos aumentó drásticamente su estrategia ante la epidemia: emitió su alerta de viaje de más alto nivel, puso en cuarentena a 195 ciudadanos evacuados de China y prohibió la entrada de extranjeros que recientemente hayan estado en esa nación.
Con el número de casos incrementando abruptamente, alcanzando a más de 17,000 personas (hasta el 3 de febrero), contando más de 300 muertos, no es de extrañar que las preguntas y los temores se acumulen en relación al 2019-nCoV, como se conoce el virus.
Sin embargo, para la mayoría de las personas en los Estados Unidos, realmente no hay razón para preocuparse.
Y aunque comprender los riesgos de un nuevo patógeno de rápida propagación es complicado, los expertos en enfermedades infecciosas pueden ayudar a entenderlo.
El coronavirus se compone de una gran familia de virus que generalmente atacan el sistema respiratorio.
El nombre proviene de la palabra latina corona, debido a una franja puntiaguda que rodea a estos virus, al observarse bajo el microscopio.
La mayoría de ellos solo infecta animales, como murciélagos, gatos y pájaros.
De esta familia, siete, incluidos 2019-nCoV, SARS y MERS, se sabe que pueden infectar a los humanos.
Se cree que el SARS evolucionó de murciélagos a gatos y de ahí a humanos en China; MERS evolucionó de murciélagos a camellos, a humanos en el Medio Oriente.
Nadie sabe de dónde exactamente vino el 2019-nCoV.
Por ahora, se cree que dio el salto de los animales (a humanos) a fines del año pasado en Wuhan, China, una ciudad de 11 millones de habitantes. Pero los investigadores todavía están tratando de descubrir su origen preciso.
En cuanto a los síntomas: dos de los siete coronavirus que infectan a los humanos, el SARS y el MERS, pueden causar pulmonía grave e incluso la muerte, en 10 y más del 30 por ciento de los casos, respectivamente.
Por el momento, se sabe que el 2019-nCoV puede matar, pero no está claro con qué frecuencia o cómo se compara su tasa de mortalidad con el SARS y el MERS.
Todavía se desconoce cómo se propaga exactamente el 2019-nCoV, pero ya se tiene una gran cantidad de datos sobre cómo MERS, SARS y otros virus respiratorios se mueven de persona a persona. Esto es principalmente a través de la exposición a las gotas de secreción al toser o estornudar.
Entonces, según el Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud, cuando una persona infectada tose o estornuda, suelta un aerosol, y si estas gotas alcanzan la nariz, los ojos o la boca de otra persona, pueden transmitir el virus.
En casos más raros, una persona puede contraer una enfermedad respiratoria indirectamente, al tocar las gotas en las superficies y luego tocar las membranas mucosas en la boca, los ojos y la nariz.
Lavarse las manos es una medida importante de salud pública, todo el tiempo, y especialmente en un brote epidémico como este.