Atenas, 13 sep (EFE).- El curso escolar comenzó este lunes en Grecia con las aulas al cien por cien ocupadas y en medio de la preocupación de que esto pueda provocar un repunte de los contagios diarios de covid-19, que ya ahora superan los 2.000 al día.
Al mismo tiempo entraron hoy en vigor una serie de limitaciones para los ciudadanos no inmunizados, quienes ya no podrán entrar en una serie de espacios interiores, como restaurantes o bares, reservados exclusivamente para las personas vacunadas o que hayan superado la enfermedad, mientras que en cines, teatros y museos el acceso también se permitirá con una prueba rápida negativa.
Los empleados del sector público y privado deben presentar asimismo a partir de hoy pasaporte covid o bien realizar una a dos pruebas semanales, dependiendo del sector, que además tendrán que costear ellos mismos.
Bastante tiempo antes de que sonara el primer timbre grupos de alumnos se juntaron esta mañana ante los colegios, casi todos con la mascarilla puesta, y mientras intercambiaban relatos sobre las vacaciones, profesores intentaban controlar el ritmo de la entrada en el patio para evitar que ya el primer día se tiraran por la borda todas las reglas del distanciamiento físico.
Entre los especialistas hay certeza de que la apertura escolar conducirá a un aumento de nuevos contagios, pero hay discrepancia respecto a las consecuencias que esto pueda tener.
"Es absolutamente de esperar que habrá un aumento de casos y ni padres ni maestros deben alarmarse por ello", dijo la profesora de Enfermedades Infecciosas Pediátricas y miembro del Comité de Expertos, Vana Papaevangelu, en vísperas del arranque del curso escolar.
Pero mientras los expertos de la comisión que asesora el Gobierno creen que los casos remitirán una vez que hayan empezado a realizarse las dos pruebas obligatorias semanales para los no vacunados, otros facultativos, como el presidente del colegio de pediatras, Andreas Konstantopulos, cree que va a ser difícil que los colegios permanezcan abiertos durante el invierno, pues el porcentaje de niños vacunados todavía es muy bajo.
Según los datos oficiales, el 13 % de los adolescentes entre 12 y 14 años y el 21 % de los que tienen entre 15 y 17 años se han vacunado.
El eslabón más débil son los colegios de educación primaria y los jardines de infancia, cuyos alumnos no pueden ser vacunados.
El ministerio de Educación considera que la tasa de inmunidad de los profesores es satisfactoria, pues alrededor del 80 % están vacunados, mientras un 10 % han pasado la enfermedad.
Los protocolos sanitarios prevén que para poder asistir a clase, los mayores de 12 años y el profesorado deberán o bien presentar el correspondiente certificado de vacunación o de haber superado la enfermedad en los seis meses previos, o someterse a dos pruebas de covid semanales, que para los alumnos será un test casero gratuito y para los docentes, será de pago.
En caso de contagio, todos los estudiantes y profesores del curso tendrán que hacer al menos dos pruebas más por semana, mientras la persona contagiada permanecerá en cuarentena por un periodo de 10 días.
El cierre de un aula tan solo está previsto si al menos la mitad de los alumnos se ha contagiado. A diferencia del año pasado en que el cierre era inmediato tras una sola infección, esta vez el Gobierno está determinado a mantener abiertas las escuelas.
Medidas idénticas a las de los colegios están previstas para las universidades, que reabrirán el 1 de octubre tras un año y medio sin enseñanza presencial.
Hasta el momento, el ritmo de vacunación entre toda la población sigue siendo muy lento, y alrededor del 58 % ha recibido el primer pinchazo mientras que en torno al 55 % tiene ya la pauta completa.